Por Marcelo Elías
Los últimos movimientos en la arena política bonaerense van en la dirección que hemos marcado en otros artículos. La oferta electoral se dividirá en tres: la variante K del Peronismo, la variante X del Peronismo y una gran confluencia entre fuerzas de origen radical, socialistas, otros actores políticos de diferentes procedencias y expresiones sociales.
Como se puede apreciar ésto no refleja la verdadera división política, que tiene dos campos claramente diferenciados: el Peronismo y el no Peronismo.
El peronismo sufre una ruptura muy marcada, con un oficialismo debilitado y una línea en crecimiento donde se puede ubicar, siempre hablando de Buenos Aires, a Duhalde, Solá, De Narváez, Macri, y otros referentes importantes que a la fecha no se han animado a manifestarse públicamente por razones de "caja".
El sector X suma luego apoyos como el de Barrionuevo, Puerta, Rodríguez Saá y seguramente con el tiempo hará alianzas con otros referentes provinciales de peso, que como planteó Barrionuevo en su discurso de cumpleaños se unirán por el espanto.
En este campo, se baila al compás de la marchita, se juega bajo el lema "para un peronista no hay nada mejor que otro peronista" y como siempre, legítimamente se trata de generar una alternativa "verdaderamente peronista" ante la decadencia del liderazgo de turno.
El cafierismo, el menemismo, el duhaldismo, el felipismo, el kirchnerismo han desfilado estos años por la galería justicialista albergando siempre los mismos actores de reparto y representado obras de diferente tenor y contenidos.
Si echamos un rápido vistazo veremos que bajo los ya 21 años de gobierno peronista en "la Provincia", como gusta decir Scioli, más allá de algunas figuras del entorno inmediato del gobernador de turno, los elencos se repiten, actuando con plasticidad y adaptabilidad según el libreto de época.
Estatistas o privatistas, de la mejor policía del mundo o de la maldita policía, por la descentralización o la concentración, a favor y en contra del campo, por más o por menos coparticipación, contra Patti o con Patti, contra Rico o con Rico, por la reforma educativa y por la contrarreforma. En suma, ejerciendo siempre el poder sin dar respuestas adecuadas a los problemas de los bonaerenses.
Ya vemos al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández merodeando por el campamento de Felipe Solá, nos podemos cruzar con Duhalde en la oficinas de De Narváez, o ver en los diarios la foto del Colorado, Mauricio y Felipe para la que tanto esfuerzo ha puesto y pone el gran arquitecto Eduardo.
Poco hay para contar de la variante K. Su uso descarnado y brutal de la caja pública, su vocación hegemónica invadiendo los medios de comunicación, la desesperación del marketing presidencial que pretende convertir en políticas públicas anuncios triviales, no le basta para detener la sangría de dirigentes y el rechazo social.
Este breve desarrollo sobre la interna justicialista no pretende descalificar a nadie, pero sí ayudar a mirar el presente a la luz de algunas de nuestras experiencias recientes.
Instalar la idea de que hay un oficialismo y dos oposiciones, e incluso criticar con severidad como hacen algunos editorialistas que la oposición no se junta, es promover el engaño de buena parte del electorado
Como en otras tantas ocasiones el justicialismo traslada su pelea a la elección general. Con su lógica hegemónica, con su dinamismo y capacidad de recambio vuelve a involucrar al conjunto en su particularidad.
Del otro lado de la calle tiene que haber sensatez, equilibrio, vocación y propuestas de cambio que unan, y mucha fuerza para romper esta vieja trampa de la política argentina.
Marcelo Elías
No hay comentarios.:
Publicar un comentario