Por Marcelo Elías
Durante años alertamos sobre la alteración de los precios relativos de la economía.
Mientras el crecimiento económico, el superávit fiscal y el superávit comercial parecían no tener fin, el Presidente Kirchner evitaba los aumentos de tarifas con el fin de no tener malos títulos en la tapa de los diarios.
Con este objetivo se montó un sistema de subsidios multimillonario, demagógico e insostenible en el tiempo.
Al mantenimiento de un sistema tributario regresivo, se le sumó uno de subsidios con las mismas características.
El primero se sostiene en impuestos directos que afectan a las clases más desprotegidas y otros distorsivos que suelen afectar procesos productivos. El segundo, beneficiaba a las clases medias y altas de los grandes centros urbanos en desmedro de los hogares de menores recursos, por ejemplo en el consumo de garrafas mucho más caras que el gas de red.
Además el sistema afectaba y afecta a sectores productivos del interior, que deben pagar mucho más por los mismos servicios o combustibles, que los que realizan su actividad en los centros más poblados.
La otra arista regresiva se reflejó en la ausencia de inversiones. Lo que en el caso de la electricidad afectó la capacidad de oferta energética, dando lugar a racionamientos en la producción industrial o a este sistema de castigos llamado PURE (Programa de Uso Racional de Energía) que parece destinado a pulverizar el bolsillo de los usuarios.
Todos sabemos que el intrincado sistema de subsidios sirvió para activar manejos poco transparentes y, más allá de los discursos oficiales y las cifras de Moreno, no aportó a la equidad ni contribuyó a construir una sociedad más justa. Al contrario, aumentan los pobres y la distancia entre pobres y ricos.
Hoy asistimos al final de fiesta, aumentos de distintas proporciones en electricidad, gas, agua, transporte, impuesto inmobiliario y tasas municipales o mecanismos como el ARBANET provincial que generan adelantos de Ingresos Brutos aumentando la presión fiscal.
Son los costos que pagamos por esos años de demagogia disfrazada de progresismo.
Como se ve, los niveles Provinciales y Municipales del Estado aumentan impuestos mientras la Nación mantiene un sistema cada vez más concentrado de caja, profundizado ahora por las necesidades electorales del oficialismo.
Completando la agresión fiscal a la que se nos somete con aumentos explícitos de tasas e impuestos, suben de manera encubierta los tributos que aportamos al pagar los servicios, por ejemplo: en una factura de electricidad de $154,65 la carga impositiva es de $61,88; en la de gas las cosas no van mejor, $ 22,86 de consumo y $29,21 de impuestos.
En tanto, mientras las empresas de servicios, con cierta conciencia del impacto que producirán los aumentos, ofrecen pagar las facturas en cuotas, la Presidenta viaja sin objetivos a la vista y nos convoca a consumir para no perder el empleo.
Al diferencia de Serrat, la Presidenta como final de fiesta, nos hace subir la cuesta.
Marcelo Elías
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